EL TAMAÑO NO IMPORTA. MARISA FERNÁNDEZ SERRAT


EL TAMAÑO NO IMPORTA

Nuestro país ha invertido décadas de su historia y millones en los presupuestos generales del Estado para extender la educación obligatoria a toda la población. Antes, costó mucho tiempo y muchos recursos erradicar el analfabetismo de la sociedad española. Sólo cuando ambas metas han sido alcanzadas, no se ha propiciado el manejo de nuevas tecnologías o la enseñanza de idiomas en las escuelas, porque en este momento se ha podido pensar en ello sin tener problemas más acuciantes. Cuando la cantidad deja de ser un problema es cuando se plantea el asunto de la calidad en lo que se hace. Dicho de otra forma, primero es el cuánto y después se pasa al cómo.


Una población pobre, después un trabajo y de unas firmes voluntades, inicia un proceso de desarrollo en el que, una vez que tiene el pan asegurado, piensa en carnes y pescados. Es posible que una de las razones por las que estamos viviendo lo que estamos viviendo sea que nos pasamos al marisco con excesiva premura. En una sociedad en la que todo está cambiando, esta tendencia no podía evadirse y seguir otro trayecto y ya estamos siendo testigos de la vuelta a la preocupación por el tamaño en numerosos aspectos de la vida pública. A nuestros gobernantes lo que realmente les preocupa son las cantidades y la calidad está pasando a mejor vida.

Se ha aumentado el número de horas de trabajo semanal para los funcionarios, para todos sin discriminación; a nadie se le ha ocurrido pensar si realmente esas dos horas y media son o no necesarias en todas las áreas o administraciones o si darán lugar a un mejor servicio ciudadano. A nadie se le ha ocurrido pensar que podría ser más ventajoso racionalizar el trabajo, organizarlo de otra manera o cambiar las estructuras actuales, pero resulta más fácil acudir al más que al cómo. 

Digo yo que si tanto interesan los números, también debería calcularse cuánto costará al erario público esas horas semanales en consumo energético. En la educación obligatoria, se pretende ampliar el número de horas de determinadas asignaturas básicas con la seguridad de que cuanto más tiempo se les ofrezca al alumnado, más aprendizaje conseguirá. Parece muy complicado reflexionar que quizás si esos contenidos se enseñasen de otra manera o siguiendo otras estrategias, en el mismo tiempo se mejoraría el rendimiento. Pero el cómo se hacen las cosas no es un asunto de interés ni, por tanto, objeto de análisis. La reforma educativa que el Ministerio de Educación se trae entre manos se propone incrementar el número de pruebas de evaluación al final de las etapas, como si el hecho de hacer más exámenes o reválidas implicase unos mejores resultados ¿Cómo convencer a un Gobierno aparentemente sordo de que, de verdad, el tamaño no importa?

Publicado en Málaga Hoy

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