EL
TAMAÑO NO IMPORTA
Nuestro país ha invertido décadas de su
historia y millones en los presupuestos generales del Estado para extender la
educación obligatoria a toda la población. Antes, costó mucho tiempo y muchos
recursos erradicar el analfabetismo de la sociedad española. Sólo cuando ambas
metas han sido alcanzadas, no se ha propiciado el manejo de nuevas tecnologías
o la enseñanza de idiomas en las escuelas, porque en este momento se ha podido
pensar en ello sin tener problemas más acuciantes. Cuando la cantidad deja de ser
un problema es cuando se plantea el asunto de la calidad en lo que se hace.
Dicho de otra forma, primero es el cuánto y después se pasa al cómo.
Una población pobre, después un trabajo
y de unas firmes voluntades, inicia un proceso de desarrollo en el que, una vez
que tiene el pan asegurado, piensa en carnes y pescados. Es posible que una de
las razones por las que estamos viviendo lo que estamos viviendo sea que nos
pasamos al marisco con excesiva premura. En una sociedad en la que todo está
cambiando, esta tendencia no podía evadirse y seguir otro trayecto y ya estamos
siendo testigos de la vuelta a la preocupación por el tamaño en numerosos
aspectos de la vida pública. A nuestros gobernantes lo que realmente les
preocupa son las cantidades y la calidad está pasando a mejor vida.
Se ha aumentado el número de horas de
trabajo semanal para los funcionarios, para todos sin discriminación; a nadie
se le ha ocurrido pensar si realmente esas dos horas y media son o no
necesarias en todas las áreas o administraciones o si darán lugar a un mejor
servicio ciudadano. A nadie se le ha ocurrido pensar que podría ser más
ventajoso racionalizar el trabajo, organizarlo de otra manera o cambiar las
estructuras actuales, pero resulta más fácil acudir al más que al cómo.
Digo yo
que si tanto interesan los números, también debería calcularse cuánto costará
al erario público esas horas semanales en consumo energético. En la educación
obligatoria, se pretende ampliar el número de horas de determinadas asignaturas
básicas con la seguridad de que cuanto más tiempo se les ofrezca al alumnado,
más aprendizaje conseguirá. Parece muy complicado reflexionar que quizás si
esos contenidos se enseñasen de otra manera o siguiendo otras estrategias, en
el mismo tiempo se mejoraría el rendimiento. Pero el cómo se hacen las cosas no
es un asunto de interés ni, por tanto, objeto de análisis. La reforma educativa
que el Ministerio de Educación se trae entre manos se propone incrementar el
número de pruebas de evaluación al final de las etapas, como si el hecho de
hacer más exámenes o reválidas implicase unos mejores resultados ¿Cómo
convencer a un Gobierno aparentemente sordo de que, de verdad, el tamaño no
importa?
Publicado en Málaga Hoy
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