HERENCIAS
Y FALACIAS
El mito de que bastaría que se fuese
Zapatero y llegase al Gobierno el Partido Popular para que se recuperase la
confianza no ha durado ni un suspiro. El hada de la confianza, usando la
expresión de Krugman, no se ha aparecido en España. El Gobierno de Rajoy ha
reincidido, para sorpresa general, en los errores de diagnóstico y gestión de
la crisis de Zapatero y ha acabado adoptando las mismas medidas que tanto le
criticó desde la oposición (como la subida del IVA y la rebaja de sueldos de
los funcionarios). Su programa electoral y su discurso de investidura de hace
seis meses eran, efectivamente de cuento de hadas. Tanto, que hoy ha tenido que
enmendarlo en su totalidad, cuando la situación es mucho más grave.
No hay duda de que le herencia económica
que dejó Zapatero es la peor que ha recibido un Gobierno en la historia
reciente española, con una alta tasa de paro, un elevado déficit público, un
fuerte endeudamiento externo y un sector financiero muy débil, por citar solo
los problemas más graves y acuciantes. Pero Rajoy ha mezclado sin rigor
herencias con falacias para justificar sus recortes y exculparse del
incumplimiento sistemático del programa electoral y las promesas con que llegó
al Gobierno.
Desde que Rajoy gobierna, todos los
indicadores de confianza en España se han deteriorado gravemente. La prima de
riesgo española no solo ha batido todos los récords, sino que era 200 puntos
inferior a la italiana a comienzos de año y ahora es sustancialmente superior.
Los seguros sobre impago de deuda del Tesoro se han disparado. La Bolsa
española se ha convertido este año en la peor del mundo. La fuga de capitales
(tras un aumento de los impuestos sobre las rentas del capital) no tiene
precedentes. Los inversores, los mercados, han dado la espalda a España
mientras los retrasados presupuestos se quedan viejos en una semana y el
Gobierno provoca un incendio al tratar de hacer el papel de bombero del Banco
de España.
Rajoy dijo que no tenía intención de
subir los impuestos y a la semana siguiente subió el IRPF y el IBI. Rajoy dijo
que no abarataría el coste del despido y aprobó una reforma laboral que lo pone
a precio de saldo, al facilitar el despido procedente con 20 días de
indemnización por cada año trabajado con un máximo de 12 mensualidades. Rajoy
dijo que no bajaría el sueldo de los funcionarios como Zapatero, pero primero
aprobó un aumento de jornada que en la práctica suponía una rebaja del 6% por
hora trabajada y ahora suprime la paga extra de navidad en lo que implica un
recorte del 7% de la retribución en términos anuales y del 14% en lo que queda
de año. Rajoy dijo que no subiría el IVA como Zapatero, y ha aplicado la mayor
subida desde que existe el impuesto (de tres puntos en el tipo general, hasta
el 21% y de dos en el reducido, hasta el 10%). Rajoy dijo que no recortaría las
prestaciones por desempleo y hoy lo ha hecho. Rajoy dijo que no recortaría en
Sanidad y Educación y ha promovido los mayores recortes en ese terreno desde
que existe el Estado del Bienestar en España. Denigró la idea de una amnistía
fiscal y no solo ha aprobado una, sino que cada vez da más facilidades a los
defraudadores para beneficiarse de ella. Dijo que no habría copago, y ya está
en vigor. En su discurso de investidura, Rajoy dijo que la restructuración
financiera estaría culminada en el primer semestre de este año y al empezar el
segundo, tras dos reformas fallidas en tiempo récord, el sector financiero está
abierto en canal y España ha pedido el rescate a Europa para recapitalizar la banca.
Desde el principio, el Gobierno ha
culpado de sus incumplimientos al Gobierno anterior. “Es mi deber liberar a
España del peso de esa herencia”, ha dicho hoy Rajoy. Pero las cifras le
desmienten. La desviación sobre el objetivo de 2011 de la Administración
central fue mínima y debida en buena parte a que el nuevo Gobierno de Rajoy
cargó hábilmente al ejercicio 2011 unos 600 millones en expropiaciones que van
a pagar este año y otros 600 millones de la intervención de Unnim que se
apuntaron como gasto de 2011 y como ingreso de 2012. La Seguridad Social cerró
con un pequeño déficit, sobre todo por la caída de ingresos en el cuarto
trimestre. Pero el grueso de la desviación de 2011 procede sobre todo de las
comunidades autónomas, entre ellas las regidas por Esperanza Aguirre, Francisco
Camps y otros gobernantes de su partido. “No entro en quién es el responsable o
deja de serlo”, ha señalado Rajoy.
Pero donde no cuadran las cuentas, las
excusas, las promesas y los incumplimientos es en la Administración central.
Con la holgura extra que le da la prórroga de un año para cumplir con el pacto
de estabilidad, la reducción de déficit que va a acometer el Gobierno de Rajoy
en la Administración central es menor que la que habría tenido que acometer en
caso de que el Gobierno de Zapatero hubiera cumplido y no se hubiera modificado
el plan de estabilidad español. Es decir, el recorte del déficit es menor que
el planteado antes de las elecciones, pero buena parte de las medidas de Rajoy
(IRPF, IVA, paga extra de funcionarios, amnistía fiscal…) van sobre todo
destinadas a reducir el déficit de la Administración central. ¿Cuáles eran sus
planes reales? La excusa de la herencia es una falacia. Quedan dos opciones: o
Rajoy engañó a los votantes o no tenía ni idea de lo que le tocaba hacer. A
estas alturas, uno no sabe cuál es peor de las dos.
EL PAÍS
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