EN
FAVOR DEL NASCITURUS
Ni la prima de riesgo ni el déficit
público van a obstaculizar la reforma de la ley del aborto. Tras el anuncio del ministro de Justicia, Alberto
Ruiz Gallardón, de que la malformación del feto ya no será un supuesto para
interrumpir el embarazo, el Partido Popular da un paso de gigante en el
reconocimiento de la dignidad de toda persona humana, independientemente de que
tenga alguna minusvalía.
Me sumo a las palabras del ministro en
las que textualmente decía: «Creo que el mismo nivel de protección que se da a
un concebido sin ningún tipo de malformación debe darse a aquel del que se
constate que carece de alguna de las capacidades que tienen el resto de los
concebidos».
Podemos empezar a hablar ya de un
auténtico progreso, a pesar de que desde los sectores más rancios de la
izquierda hayan tachado al señor Gallardón de conservador y retrógrado. Qué
incoherencia la de los falsos «progres», que ven en esta reforma un paso atrás
argumentando un recorte en la hipócrita libertad de la mujer.
¿Cuántos se han quedado por el camino
por el hecho de estar conviviendo con una legislación éticamente
incomprensible? La realidad y el sentido común son aplastantes: esta reforma
supone una ampliación de derechos fundamentales y esto, señoras y señores, es
verdadero progreso.
La finalidad de esta reforma es tan
simple como evidente: proteger a los más indefensos de nuestra sociedad, abogar
por la igualdad de los derechos de toda persona y poner fin a la muerte de
inocentes que, por mucho que algunos se empeñen en negar, posee la misma
dignidad que la de cualquier persona adulta.
La sociedad del siglo XXI, la nuestra,
es una sociedad que presume precisamente de avances e innovaciones constantes.
De hecho, queremos ser tan pioneros en todo que contamos incluso con una
declaración Universal de los Derechos de los Animales, en la que se subraya la
igualdad de todo ser animal y el reconocimiento como crimen de la muerte
innecesaria de alguno de estos seres vivos.
Con todo mi respeto hacia los animales, ¿no hemos perdido un poco el
norte cada vez que luchamos por sus vidas y nos cargamos a los humanos?
Realmente inexplicable.
Asimismo, sorprenden declaraciones de
entidades como la del Instituto Canario de Igualdad, que considera que esta
reforma legislativa supondrá un grave riesgo para la salud de la mujer. Pero en
realidad, no ven que el verdadero peligro para la mujer es el de matar a su
propio hijo, que por supuesto, y demostrado está, tiene graves consecuencias
psicológicas, con daños irreparables. Con un discurso más o menos parecido al
de esta institución canaria, el PSOE ha querido añadir que esta reforma es un
ataque contra la mujer y un incremento de la desigualdad social. ¿Existe mayor
desigualdad social que matar a un ser humano indefenso con los mismos derechos
que cualquiera de nosotros por el mero hecho de tener una malformación?
Contrariamente a los partidarios de la
cultura de la muerte, somos muchos los que aplaudimos esta heroica reforma.
Destacar a la Federación Down España que ha celebrado esta decisión al igual
que otros colectivos como el Comité Español de Representantes de Personas con
Discapacidad (Cermi) o Derecho a Vivir (DAV), que consideran este nuevo
planteamiento como «un progreso histórico para la protección de la dignidad
humana en cuanto a que la malformación del feto vaya a dejar de ser un supuesto
para abortar». La decisión valiente de Gallardón es el punto de partida de una
sociedad más justa que debe dedicar el máximo de sus esfuerzos a proteger los
derechos del «nasciturus» y de la misma forma, los que pueden padecer alguna
anomalía o discapacidad.
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