LA
COMISIÓN DE LAS EXCUSAS
“Basta ya", le espetó la pasada
semana la diputada de IU Ana Doblas al viceconsejero de Empleo entre 2004 a
2010, Agustín Barberá, durante una de las sesiones de la comisión de
investigación de los ERE. Le reprochó la "actitud cobarde" y la
"tomadura de pelo" que suponía cómo se estaba desarrollando la
investigación de las ayudas concedidas por la Junta de Andalucía. La comisión
ha cumplido su primera semana entre los silencios de los imputados y la
ausencia de responsabilidades. Nada sobre el reparto de los mil millones de
euros. De hecho, la comisión acumula ya casi mil preguntas sin contestar y el
desfile de los altos cargos de la Consejería de Empleo arroja muchas sombras
sobre la forma en la que se ha gestionado el dinero público. Al final el
resultado de la comisión, a la espera de las comparecencias de Griñán y de
Chaves, será ridículo. El PP intentará por todos los medios aprovecharse del
escándalo y el PSOE refugiarse del temporal a la espera de que escampe y de que
no se agriete el pacto con IU.
En el fondo este caso es el reflejo
extremo de la forma en la que se ha gobernado este país. El despilfarro y la
ausencia de mecanismos de control del dinero público marcaron en numerosas
ocasiones la agenda de trabajo hasta el inicio de la crisis económica. En el
caso de los ERE, por ejemplo, la Cámara de Cuentas de Andalucía desveló en un
informe que los mecanismos de control tampoco funcionaron con el rigor que
merece el dinero público en el Servicio Andaluz de Empleo (SAE). En concreto,
puso el foco en la escasa vigilancia que el SAE realiza a las cuantiosas
subvenciones que dedica al año a fomentar la contratación en empresas. Ahora
los tiempos han cambiado y se mira con lupa el destino de cada euro. Cualquier
inversión puede ser tachada de inoportuna y todos se alinean en un discurso en
el que la palabra recorte es la más repetida. ¡Cómo han cambiado los tiempos!
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