EL INFIERNO. PABLO BUJALANCE


EL INFIERNO
Uno observa las llamas, los municipios evacuados, los bomberos luchando contra gigantes invencibles, mientras lee o escucha las noticias sobre miles de hectáreas arrasadas, cuerpos calcinados, poblaciones desplazadas, y entonces sólo cabe una profunda sensación de derrota. En un incendio de estas magnitudes se lucha sabiendo de antemano que la batalla está perdida. Si María Zambrano decía que existir es sobreponerse al capricho de los dioses, aquí no parece haber manera posible. Entonces uno carga con esa ruina y la lleva a todas partes, a casa, al trabajo, a la calle. Todo está perdido. Y no hay nada más que añadir. 


Pero ocurre que a veces uno despierta del letargo, a latigazos, y se hace algunas preguntas: ¿Por qué esta tragedia se venía fraguando desde hacía años, con cada verano salpicado de fuegos justo en la misma zona donde ahora ha estallado el infierno, y nadie ha hecho nada por evitarlo? ¿Por qué la prevención de incendios es tan nefasta? ¿Por qué no se destinan los medios adecuados y necesarios? ¿Por qué no se considera este asunto de verdadera urgencia durante todo el año? ¿Por qué se habla tan poco de los incendios? ¿Por qué las instituciones les dedican tan poco tiempo? Todo apunta, otra vez, a un incendio intencionado, ahora con víctimas mortales. ¿Por qué la justicia actúa tan tarde y tan mal cuando al crimen se le añade el fuego? ¿Por qué persiste la sensación de impunidad? ¿Quién está ganando exactamente qué con lo que está pasando? ¿Por qué los políticos salen luego dándose palmaditas en la espalda por lo bien que lo han hecho? Algunos medios y tuiteros definían la noche del jueves como "una noche para olvidar". Pues no, debe ser una noche para recordar, para mantenerla presente, para exigir justicia, para que ruede lo que tenga que rodar y para que algo así no se vuelva a repetir. El olvido es lo que pretenden quienes tienen algo que perder a cuenta del horror. Y no lo merecen.

PUBLICADO EN MÁLAGA HOY

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