FABRA Y LA CASTA. CRISTÓBAL VILLALOBOS


FABRA Y LA CASTA
Dice Pérez Reverte algo así como que, cuando escribe un artículo, hay mañanas en las que uno se levanta y no da tiempo a mirar siquiera a quien se la endiña. La actualidad impone al columnista la necesidad de repartir mandoblazos a diestro y siniestro y, en este país, por suerte para el articulista, y por desgracia para el resto de la población, los candidatos para recibir hachazos abundan por doquier.

El columnista es, por tanto, un antidisturbios, como esos a los que la crisis está dando tanto trabajo, que agarra la porra y golpea, aunque a veces los golpes le reboten y magullen. En estos días uno ya no sabe ni a quién criticar. ¿Quién es más responsable de nuestra desesperada situación? Hay tantos objetivos que al francotirador se le nubla la vista y acaba por pegarse un tiro en el pie.


Pero hay ciertos personajes que, bien por incompetencia o bien por afán de notoriedad, son capaces de suscitar la atención de la sociedad aún cuando las noticias que nos asaltan son tan terribles como numerosas. Así, el día que Andrea Fabra gritó "que se jodan", mientras Rajoy Brey enumeraba los últimos recortes que afectan directamente a los parados, salió del anonimato del escaño y se situó en el centro de la diana. Ella solita se lo había buscado.

Las redes sociales empezaron a pedir la dimisión de la citada señora, mientras las redacciones recopilaban información sobre una diputada que, hasta ese mismo momento, había pasado totalmente desapercibida en el Congreso. Y es en ese instante, tras rascar un poco, cuando la susodicha no resiste el más mínimo examen.

La diputada asegura que el ya famoso "que se jodan", perdónenme por repetir la ordinariez, no iba dirigido a los parados, lo que hubiera sido suficiente para llevarla a la guillotina, sino a los diputados del Partido Socialista. Se crea o no la versión de su señoría, resultan unos hechos bien definitorios de la categoría de nuestros representantes que merecen, sin duda alguna, un castigo ejemplar. Ya que no tenemos políticos preparados, que menos que sean educados.

Pero los hechos resultan mucho más terribles cuando lees la trayectoria de la señora Fabra, hija del Fabra presidente de la Diputación de Castellón (el del aeropuerto sin aviones, el que le toca la lotería todos los años, el imputado por varias causas...), casada con un ex consejero de la Comunidad de Madrid, acumulando todo tipo de cargos y puestos de responsabilidad desde su más tierna juventud sin más mérito aparente que el ser hija de su padre. La señora Fabra es todo un ejemplo de la casta política que nos gobierna y que constituye el principal escollo para la regeneración de nuestro país.


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