PÓNGALE UN ENCHUFE. PABLO BUJALANCE


PÓNGALE UN ENCHUFE
Cuando a Umberto Eco se le ocurrió distinguir entre apocalípticos e integrados, quizá se le olvidó incluir una tercera categoría que podría llamarse la de los enchufados, aunque ésta ha existido desde siempre. Desde que le diera por anunciar una Segunda Modernización, sin tener muy claro cuándo había concluido la Primera, la Junta de Andalucía ha mostrado un especial empeño en promocionar una imagen de la comunidad perfectamente adaptada a las últimas novedades tecnológicas. 


Para ello, no dudó en patrocinar programas en la televisión pública desde los que instruir en el manejo de los cacharros, y así, en Andalucía, todos los abuelos tienen un Iphone, los niños llevan portátiles a la escuela y todo el mundo distingue entre una tableta y una tabla de embutidos.

El decano de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UMA, Francisco Murillo, reflexionaba sobre el asunto en materia educativa en una entrevista publicada el domingo en este periódico: consideraba que la llegada de 5.000 portátiles a las aulas andaluzas ha supuesto, sobre todo, un escaparate para la Consejería del ramo, por más que los profesores menos dados al reciclaje los empleen para hacer los dictados de toda la vida. En el mismo diario el consejero de Cultura, Luciano Alonso, promocionaba como uno de sus primeros proyectos la rebaja en el IVA de los libros electrónicos hasta su equiparación a los de papel, del 18% al 4%, siguiendo el espíritu de François Hollande y de Toni Cantó, que ya exigió la medida para toda España como diputado de UPyD; pero lo cierto es que en Andalucía, como en el resto de España, la venta de libros electrónicos es aún testimonial, así que la incidencia de la medida no dejaría de ser anecdótica. Hacer política de las nuevas tecnologías es como dar ventaja a la liebre: siempre se irá por detrás. Pero también permite intervenir en los asuntos públicos y quedarse sólo en el paquetito. Muy mono, pero sin nada dentro

No hay comentarios: