TODOS
SOMOS RESPONSABLES
Hasta ahora he intentado por todos los medios
mantener la calma y no dejarme arrastrar por los machacones mensajes negativos
que circulan constantemente a mí alrededor. Pero tengo que reconocer que he
terminado por sucumbir y dejar que una sensación de pesimismo me invada
irremediablemente ante los difíciles tiempos que me han tocado vivir. No es
tristeza, sólo decepción por haber caído en la trampa, como tantos otros, y no
haber sido consciente hasta ahora, cuando la economía se desmorona sin remedio,
de que he vivido engañada durante muchos años.
Yo también me dejé llevar por
esa euforia colectiva que me hizo incluso pensar que realmente vivía en un país
desarrollado en el que todo el mundo gozaba de servicios públicos de calidad,
en el que había un mercado laboral que ofrecía posibilidades de aprender y
crecer a todo aquel que se incorporaba, y en el que cualquier persona podía
comprarse una casa y rodearse de caprichos por más caros que fuesen.
Me equivoqué y ahora asumo mi culpa por
haberme dejado engañar con tanta facilidad. No voy a eludir mi responsabilidad.
Yo también participé en ese juego en el que las reglas se me dieron ya
impuestas y que cumplí a ciegas, imbuida por la sociedad de la ostentación, sin
pararme a cuestionar en ningún momento si ese nivel de vida era sostenible en
el tiempo o no. Los bancos por hacérnoslo creer, los políticos por permitirlo y
nosotros por llegar a creerlo. Todos somos responsables de aceptar vivir como
ricos cuando no era cierto y de creer ser protagonistas de un sueño que se ha
terminado convirtiendo en pesadilla para muchos. Toca aceptar que nos mintieron
y que nos dejamos engañar. El filósofo alemán Friedrich Nietzsche recoge en una
de sus célebres frases una reflexión que cobra para mí en estos momentos más
sentido que nunca y que decía "lo que me preocupa no es que me hayas
mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti".
MÁLAGA HOY
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