¿ACASO NACEMOS DEMÓCRATAS?
Con una ciudadanía caracterizada por un
hartazgo cada vez mayor ante tanto cinismo, ineficacia, ineptitud, prepotencia,
incoherencia, falsedad, manipulación, ocultación, irresponsabilidad y
degradación de los cimientos morales y políticos de nuestra sociedad que ponen
de manifiesto las noticias de actualidad política que nos inundan, pero, por
paradójico que parezca, no estando exenta de pasividad, apatía y desinterés
esta misma ciudadanía, es momento de preguntarse sobre la democracia misma y su
génesis.
¿Nacemos o
nos hacemos demócratas? Esta es la cuestión. Si admitimos que se trata de una
cuestión puramente genética, carece de sentido educar en valores y
procedimientos cívico-democráticos. Pero si, por el contrario, consideramos que
no es así, sino que la democracia es una entre las posibles formas de organizar
la convivencia humana –la menos mala, que dijera W. Churchill-, entonces
habremos de concluir que es imposible lograr una madurez democrática sin
recurrir a la educación, única vía complementaria a la genética con que
contamos los seres humanos. Sorprende, entonces, cómo puede el Ministerio de
Educación proponer una ley de“mejora de la educación” prescindiendo de la
educación para la democracia -ya sea en las actuales asignaturas de “Educación
para la Ciudadanía” (3º ESO), “Educación Ético-Cívica” (4º ESO) o en la línea
temática ético-política de la “Historia de la Filosofía” (2º Bachillerato)-.
Si no
nacemos demócratas, ni es posible la democracia sin demócratas, podemos
preguntarnos: ¿Qué intereses puede haber detrás de que las jóvenes generaciones
ignoren el sentido profundo de cuestiones tan básicas como que el primer
artículo de nuestra Constitución define a España como “un Estado social y
democrático de Derecho”? ¿Qué fin se pretende con que los escolares ignoren que
entre las principales amenazas para la democracia encontramos la demagogia o
uso interesado de la mentira; la información tendenciosa; la corrupción
institucional; el anteponer el interés privado al público; una justicia que renuncia
a la imparcialidad; etcétera? ¿Qué propósitos puede haber detrás de la negación
a las generaciones futuras a conocer sus derechos y obligaciones, así como sus
fundamentos? ¿Qué objetivos puede haber detrás de no formar para que se
conozcan opciones ideológicas distintas a las que los medios de comunicación
difunden como si un “pensamiento único” fuese la única opción posible? ¿Qué
miedos ocultos puede haber para negarse a aceptar que solo una ciudadanía
formada puede informarse críticamente y ejercitar su libertad? ¿Qué se pretende
esconder al ocultar que con la existencia de listas electorales cerradas y
bloqueadas y la ley electoral D´Hondt, por citar solo dos ejemplos, se fomenta
la partidocracia y una oligarquía con dos cabezas visibles que se alternan en
el poder? ¿Qué intereses puede haber en promover una ciudadanía pasiva,
apática, desencantada y desinteresada del ejercicio de sus derechos y deberes
políticos? ¿Qué fin se pretende al forjar una ciudadanía que careciendo de
ideas claras sobre los asuntos públicos limite su participación a un no sabe/no
contesta? ¿Qué intereses puede haber para que estos u otros contenidos
semejantes dejen de estudiarse en las aulas o, en el mejor de los casos,
algunos de ellos, simplificados, se ofrezcan como una alternativa al
adoctrinamiento religioso, como si las personas que opten por el aprendizaje de
la fe pudiesen prescindir del conocimiento de los valores y procedimientos
cívico-democráticos como si estos fuesen una mera moral para ateos?
Juan Ramón
Tirado Rozúa es profesor de Filosofía.
1 comentario:
Los poderosos quieren que prescindamos de los valores democráticos y que seamos ignorantes en lo referido a las cuestiones sociopolíticas y morales, precisamente para que, llegado el momento de conflictos sociales tales como los de hoy, se olvide lo que es una democracia y se apoye la violencia contra esta.
Y pienso que otro punto clave que sumerge a la sociedad en la ignorancia, es el poder hegemónico cultural. Como decía Gramsci,"La conquista del poder cultural es previa a la del poder político y esto se logra mediante la acción concertada de los intelectuales llamados "orgánicos" infiltrados en todos los medios de comunicación, expresión y universitarios".
Es realmente indignante y exasperante todo lo que está ocurriendo estos últimos tiempos, ver comentarios de profesores y alumnos que incitan al odio, atentan contra los derechos sociales, la democracia, y apoyan a los gobiernos que son los verdaderos culpables de todo, es una prueba irrefutable de que, paradójicamente, nos educan para ser más ignorantes, y como consecuencia, más manipulables.
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