DIMITIR NO ES UN NOMBRE RUSO
En la
actualidad más de 300 políticos españoles están imputados por presuntos delitos
de corrupción de diversa índole, delitos muchos de ellos que no llegan a
juzgarse o en muchos casos con sentencias que se eternizan y que quedan en
nada, mientras miles de millones de dinero público acaban en manos de unos
pocos para su sarao particular. Y nadie dimite. Mercasevilla, la Gürtel,
Malaya, el Palau de la Música, Pokémon, Nóos, Palma Arena, EREs de la Junta de
Andalucía, Campeón, Pallerols, Bárcenas, Mercurio, Oriol Puyol, Bankia…
Son
casos de corrupción producidos en nuestro
país en los últimos tiempos, a los que tendríamos que añadir otros
anteriores que algunos ya parecen haber olvidado: Matesa, Rumasa, Filesa,
Cesid, Ibercop, Sarasola, Tibidabo,
Petromocho, Naseiro, Villalonga, Gescartera y un larguísimo etcétera. Muchos de
los implicados en estos diversos casos de corrupción pasaron de la pública a la
privada y en ningún caso han devuelto el dinero robado ni mucho menos pisado la
cárcel. ¿Cuántos han acabado en la
cárcel? Muy poquitos ¿Cuántos han dimitido? Menos aún. Y cuando alguien dimite
es alabado por sus compañeros de partido por su honestidad.
Y mientras
la sociedad que acepta dinero en B, que emite y paga facturas sin IVA o miente
para conseguir un colegio para sus hijos se escandaliza y se echa las manos a
la cabeza. Tenemos lo que somos. Y mientras no se produzca una regeneración
moral de la sociedad española, aquí nadie va a dimitir, acusarán al otro con el
consabido recurso del “y tú más”. “Alguien que pudiendo engañar no lo hace, eso
son los principios”. La cita es del escritor Lorenzo Silva y viene al caso ante
la necesidad urgente de un cambio moral, político, social, cultural de este
país. Y entre tanto, como leía en algunos correos que corren por la web
“dimitir nos seguirá pareciendo un nombre ruso”
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