¿A QUIÉN VOTAR?
A quién voy a
votar, si todos roban igual? Oigo la frase en el autobús, y la pronuncia una
mujer que está conversando con otra en el asiento de enfrente. Por supuesto, me
pongo a escuchar. Las dos mujeres, por lo que dicen, trabajan en algún puesto
administrativo, tal vez en la Seguridad Social, y demuestran estar bien
informadas. Son de clase media baja, la clase que paga impuestos y sufre
recortes y va al trabajo en autobús, pero estas dos mujeres no son sectarias ni
maniqueas ni parecen dejarse llevar por el resentimiento. No atribuyen la crisis
ni a la "dictadura de los mercados", como los crédulos de izquierdas,
ni tampoco al "despilfarro de Zapatero", como los crédulos de
derechas. Por suerte, estas mujeres son inteligentes y saben que las causas de
lo que está pasando son muy complejas. Y por suerte, saben que nada de lo que
ocurre puede atribuirse de forma esquemática a un solo culpable.
Pero en lo
que sí coinciden las dos mujeres es en la desconfianza insalvable hacia todos
los partidos políticos. Todos, repito. Por lo que comentan, las dos están
hartas de los sinvergüenzas engominados como Luis Bárcenas y sus amigos del PP,
pero tampoco se fían mucho de la palabrería hueca de los partidos de izquierda.
Ni siquiera los sindicatos salen bien parados, ya que estas dos mujeres, por lo
que dicen, están convencidas de que los sindicalistas viven en un mundo irreal
en el que el dinero público es una especie de chorro ilimitado de maná
celestial. Y además, estas mujeres conocen los fraudes de las "bolsas de
trabajo" que se han creado en muchas empresas públicas y donde se han ido
colocando meticulosamente a familiares y amigos sin ninguna clase de control
imparcial. O sea, que si unos roban de forma descarada, otros roban de forma
más o menos lícita, pero en el fondo igual de vergonzosa.
Éste es el
diagnóstico de la situación, y me temo que ahora mismo es un diagnóstico
generalizado: ¿a quién votar, si todos roban igual? Puede que sea una opinión
injusta, pero se ha instalado entre nosotros. Y de algún modo, todos
sospechamos que los partidos se han convertido en agencias de colocación que se
financian de forma irregular y que sólo se preocupan de blindar a sus
dirigentes. Y de momento no salvamos a nadie, ni de derechas ni de izquierdas.
Y visto el país en el que vivimos, con un presidente del Gobierno abúlico e
incapaz, y encima acusado de cobrar sobresueldos, uno ya no sabe a quién
debería votar, igual que la mujer del autobús.
FUENTE
MÁLAGA HOY
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