LA NACIÓN, EN ESTADO DE CABREO
Llega el
Debate sobre el estado de la Nación. El estado de la nación es de profundo
cabreo con casi todo lo que está pasando, y fundamentalmente con una crisis a
la que no se le ve salida y con los crecientes casos de corrupción que Mariano
Rajoy no afronta con una actitud firme y decidida.
Sí, se toman
decisiones de apariencia radical, aunque esencialmente demagógicas, como el
streptease de rentas y patrimonios al que PP y PSOE se han entregado cual
adictos al trampantojo y la cortina de humo. Rajoy todavía no ha pronunciado la
palabra Bárcenas y, en cambio, la opinión pública ha conocido que el tesorero
que se enriqueció mientras lo era seguía siendo retribuido por el PP cuando ya
estaba imputado en el caso Gürtel y se defendía oficialmente que había sido
despedido y suspendido de militancia. Luego se quiso justificar la anomalía
aduciendo que no recibía un salario sino un finiquito a plazos. ¿Un finiquito
con descuentos mensuales para la Seguridad Social?
Tomemos
ahora el caso de Jesús Sepúlveda, ex marido de la ministra de Sanidad, Ana
Mato. Imputado, también en el Gürtel, por prevaricación, cohecho, malversación
y fraude fiscal, fue apartado por ello de la alcaldía de Pozuelo de Alarcón. Lo
que se ocultó con mucho cuidado es que continuó siendo funcionario del PP
duran- te todos estos años, aunque trabajaba desde su casa, sin dejarse ver por
la calle Génova. Desvelado el escándalo, la explicación es que imputado no
quiere decir culpable y que a Sepúlveda le ampara la presunción de inocencia.
Penalmente
es así, pero el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz acercó ayer al
edil-funcionario hacia la responsabilidad en sus presuntos delitos. Dictó un
auto en el que asegura que Jesús Sepúlveda recibió de la trama de Correa más de
medio millón de euros en comisiones, viajes, regalos y fiestas familiares a
cambio de adjudicarle obras municipales. Todo esto ocurrió cuando Sepúlveda y
Mato estaban casados a todos los efectos (su separación se formalizó legalmente
en 2005).
Por eso es
por lo que Ana Mato debía haber sido ya destituida como ministra -dimitir ni se
le pasa por la cabeza- para que Rajoy se presente hoy al Debate con la cabeza
alta y transmita una voluntad efectiva de deshacer el cabreo de la nación. No
por ser mujer, como ella se hace la víctima, ni mucho menos por ser pija, que
es algo que sí pertenece a su intimidad invulnerable.
FUENTE:
MÁLAGA HOY
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