COSAS
QUE SOBRAN
Cifras en mano se puede afirmar que el recortazo de
Rajoy no ha sido equilibrado. El objetivo de reducir el déficit se ha buscado
más mediante el aumento de los ingresos del Estado que a través de la
disminución de sus gastos.
Cierto que el tajo a los sueldos de los
funcionarios, quizás víctimas propiciatorias porque están muy a mano, ha sido
considerable, pero cuantitativamente inferior a lo que se prevé recaudar por la
subida de los impuestos, en particular el regresivo IVA. Lo que sí es un hecho
es que el Estado que ha puesto a dieta a millones de españoles no está
dispuesto a adelgazar casi nada sus estructuras.
Habíamos quedado en que hay un exceso de
organismos, una inflación de empresas públicas, sociedades, fundaciones,
observatorios y demás, bien porque sus funciones se solapan con otros ya existentes,
bien porque se dedican a objetivos prescindibles. Lo que sí suelen ser es
caros. Hasta ahora pocos parecen llamados a desaparecer a nivel nacional, y
menos en las comunidades autónomas. Por ahí sí que estaría más que justificado
un tajo profundo.
Cierto que cada órgano que se hace
desaparecer supone empleados que van a ser despedidos, o reconvertidos. Se
pierde lo que algunos sindicalistas desahogados llaman empleo de calidad:
empleo de productividad incontrolada y regulado por convenios espectacularmente
onerosos para las arcas públicas, concedidos por administradores más pendientes
de su tranquilidad gerencial que del hecho de que cada mejora más o menos
justificada ha de salir de los impuestos de los contribuyentes.
No es por señalar, pero consideremos el
caso de Canal Nou, la televisión autonómica valenciana. Sus actuales gestores
han tomado una medida brutal: despedir a 1.295 de los 1.605 trabajadores en
plantilla. Tres de cuatro trabajadores, a la calle. El ERE que acaban de
presentar es una respuesta laboralmente nefasta a una situación socialmente
peor (desde el punto de vista del interés público), la de una de las cadenas de
televisión más costosas que se conocen. En los últimos tiempos ha perdido una
media de 300 millones de euros anuales, asumidos por los valencianos todos a
través de la Generalitat pagana. Cuando su control lo cogió el PP -el mismo que
ahora despide al ciento y la madre- tenía una plantilla tres veces menor a la
actual y desde entonces ha multiplicado sus números rojos por cuarenta. Y sin
poder escudarse en la monserga de ser la televisión propia de los valencianos:
su audiencia es del 5%. De cada cien valencianos 5 la consideran suya, 95
prefieren ver otras cadenas.
Soy de los que defienden lo público,
siempre que podamos costearlo. Nunca a costa de la ruina de la mayoría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario