LOS
JORNALEROS ANDALUCES
A ninguna persona nos gusta que nos
quiten lo que es nuestro. Tanto es así que desde tiempo inmemorial los seres
humanos nos hemos dado normas e instituciones para evitarlo y para castigar a
quien lo haga.
Comprendo, por tanto, el enojo de los
propietarios de los supermercados donde un grupo de jornaleros andaluces han
sustraído comida. Aunque el objetivo sea noble, ya he dicho que a nadie le
gusta que le quiten lo suyo y entiendo, pues, que hayan dado parte a las
autoridades.
Incluso entiendo que éstas se hayan
movilizado enseguida y que los dirigentes de algunos partidos hayan pedido
rápidamente que se castigue a los culpables. Es lo que ha hecho el portavoz
adjunto del Partido Popular en el Congreso, Rafael Hernando, quien afirmó que
espera que el diputado de Izquierda Unida, Juan Manuel Sánchez Gordillo, sea
denunciado por robo porque, según ha dicho, “las leyes se tienen que cumplir y
tiene que tener conductas ejemplares. Esta forma de protestas me parecen
lamentables y espero que la Justicia tome cartas en el asunto”.
Ya digo que me parece normal. Pero lo
que, sin embargo, no me parece tan normal es que estas autoridades y los
políticos que se han escandalizado tanto por el hurto de los jornaleros sean
tan poco sensibles a otros robos mucho más grandes que ocurren a diario en
nuestro país. Es decir, que se enrabien tanto por un hurto de poca monta y no
persigan los grandes robos y estafas.
Veamos:
Supongamos que los jornaleros llenaron
cada uno de los carros con comida por valor de 300 euros cada uno (lo que
significaría, por cierto, que la cantidad total hurtada es muy pequeña para
Carrefour y Mercadona, pues entre ambas empresa obtuvieron 845 millones de
euros de beneficios en 2011, y si suponemos que recogieron 25 carros de comida
resulta que con ese beneficio se podrían llenar 2,8 millones de carros con
comida por valor de 300 euros cada uno).
Comparemos ahora este hurto con otros
tres robos de los que se han producido o se producen día a día en España:
a) Robo de las compañías eléctricas.
El ingeniero Antonio Moreno ha
demostrado que “cada día que pasa sin que el Gobierno apruebe la normativa
oficial que defina en qué consiste “la adecuada renovación y actualización del
parque de contadores”, las compañías eléctricas cobran ilegalmente las
siguientes cantidades (incluido el IVA):
- Más de 600.000 euros por un servicio
(“la adecuada renovación y actualización del parque de contadores”) que no
prestan porque el Gobierno aún no ha definido en qué consiste dicho servicio.
- Entre 196.000 y 342.000 euros por el
error positivo que tiene el 80% de los contadores debido a que no han sido
verificados periódicamente porque el Gobierno aún no ha publicado la
correspondiente normativa”.
Es decir que las compañía eléctricas
(solo por cobrar un servicio de renovación y actualización de contadores que no
prestan) roban cada día a los españoles el equivalente a 2.000 carros de
supermercado con comida por valor de 300 euros cada uno, lo que representa unos
730.000 carros al cabo del año.
Como puede verse en la web de Antonio
Moreno (http://www.estafaluz.com) si se suman los demás conceptos de la estafa
continua de estas empresas, resultaría que nos están robando el equivalente a
muchísimos más carros.
b) Robo de las preferentes.
Como es sabido, un buen número de bancos
engañó a miles de ahorradores españoles colocándoles “participaciones
preferentes” como si fueran depósitos, sin informarles de que en realidad son
una especie de acciones sin derecho a voto y cuyo efectivo solo se podría
recuperar en condiciones muy leoninas (Un reportaje de Tele5 sobre este tema
aquí).
Como consecuencia de ese engaño de los
bancos alrededor de un millón de personas han perdido la inmensa mayoría de sus
ahorros, calculándose que esas pérdidas, un verdadero robo, pueden tener un
valor de entre 10.000 y 30.000 millones de euros.
Si aceptamos la estimación más baja
(10.000 millones), resulta que los bancos han robado a un millón de españoles,
y solo por el concepto de participaciones preferentes, el equivalente a 33
millones de carros de supermercado cargados con comida por valor de 300 euros
cada uno.
c) Fraude fiscal.
Según los técnicos del Ministerio de
Hacienda el 72% del fraude fiscal (que es de unos 89.000 millones de euros en
total), lo realizan las grades fortunas y grandes corporaciones empresariales,
lo que significa que éstas dejan de pagar a Hacienda unos 64.000 millones de
euros al año.
Si aceptamos que evadir el pago de
impuestos al que estamos obligados es un robo a la sociedad, resulta que las
grandes fortunas y corporaciones roban a todos los españoles el equivalente a
213 millones de carros de supermercado cargados con comida por valor de 300
euros cada uno.
A estos robos podríamos añadir otros a
gran escala, como el que han padecido las familias engañadas que contrataron
con bancos créditos con cláusulas suelo fraudulentas (información aquí y aquí),
los que practican las empresas farmacéuticas (información aquí), o el sinfín
diario de malas prácticas de los bancos que cuestan miles de millones a todos
los españoles (adicae). Por no hablar del robo global y de cantidades
astronómicas que ha supuesto la crisis financiera, de el de los rescates
bancarios, etc.
En conclusión: me podría parecer
razonable que se quiera perseguir y condenar a los jornaleros que han hurtado
unos cuantos carros de comida por valor de unos 7.500 euros y no en beneficio
propio. Pero lo que me pregunto es otra cosa: ¿cómo es posible que los mismos
jueces, fiscales, policías, autoridades… que están persiguiendo y que
terminarán por encarcelar a los jornaleros responsables por el hurto de unos
cuantos carros de comida no persigan con semejante celo a quienes nos están
robando cantidades que son varios millones de veces más grandes?
No sé que piensan los lectores y
lectoras pero, a la vista de este comportamiento tan contradictorio y de la
falta de persecución efectiva que tienen esos robos multimillonarios, lo que yo
creo es que criminalizan a los jornaleros no porque les preocupe el robo en sí
sino por otra cosa: porque están tirando de la manta para que se vea la peor y
más asquerosa vergüenza de nuestro mundo opulento: el hambre. Un sufrimiento,
no lo olvidemos, que no es un accidente ni el resultado de la falta de recursos
sino, como decía el anterior Relator de las Naciones Unidas para los Problemas
de la Alimentación, Jean Ziegler, “un crimen organizado contra la Humanidad”. Y
es por eso, creo yo, que los criminales que lo cometen o que ayudan a cometerlo
no quieren que se hable de ello.
Así que no seamos hipócritas: Si las
autoridades que tanto reclaman el respeto al orden y la propiedad fueran
coherentes y acabaran con lo verdaderos ladrones que están robando a la inmensa
mayoría de la sociedad no habría más jornaleros llevándose comida de los
supermercados.
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